Dublín necesitará 80.000 millones de euros y ya ha anunciado los recortes sociales que precisará para pagarlos. Irlanda es el segundo país que entra en bancarrota en la zona euro en medio año tras la debacle de Grecia en mayo. Más que de una crisis independiente hablamos de una crisis del euro, de una moneda única que no es capaz de salir adelante en un marco con muchas peculiaridades de cada país.

En un principio, Alemania mostró su rechazo a rescatar a Irlanda, lo que le hizo ganarse un toque de atención por parte de la Comisión Europea, advirtiéndole de que el crecimiento alemán también depende de la estabilidad de sus socios. Se vislumbraba entonces un escenario de gran incertidumbre y especulación ante la tardanza del rescate, como lo produjo la respuesta definitiva a Grecia. Pero sus principales acreedores, como Londres, ya están preparados para prestar el dinero necesario a Irlanda.
El coste de la deuda irlandesa se ha disparado en los mercados y el agujero de los bancos se ha convertido en un problema "demasiado grande para el país", reconoció el ministro de Finanzas, Brian Lenihan. Para empezar la solventar la crisis económica del Tigre Celta, el Gobierno aprobó un paquete de recortes tasado en 6.000 millones el año próximo y un total de 15.000 millones -el 10% del PIB- en los próximos cuatro años.
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